Dejé mi pueblo de nacer muy pronto
y en la inconciencia de vivir... vivía;
gasté senderos, transité mi angustia
en este devenir del alma mía.
Sembré palabras en lugares yermos,
planté mi asombro cada nuevo día,
supe de la nostalgia del recuerdo,
del vino alegre, de las noches frías.
Mi espíritu viajero recorría
dejando los ancestros en el tiempo,
y en el otoño que me invade siento
que hay un momento en el que estoy vacía
y en un instante existencial comprendo
que mis raíces tiran todavía.
Soledad Angeloni Caldentey
1982
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